"Llegaba,
perdido, de la Historia". No puede esta
frase significar lo mismo para la generación de los que nacieron, más o menos,
cuando AT, que para los que nacimos alrededor de los ochenta. Así que las cosas
que diré yo aquí no son reflejo de lo que quiere decir el libro, sino de lo que
significan para mí; aclaración del todo innecesaria pero que siento que he de
hacer.
"Llegaba, perdido, de la
Historia". Creo que mi
generación ha vivido la mejor época de España, por los padres que tuve, por la
educación que recibí. Es verdad que no es un sistema perfecto, la monarquía
parlamentaria con su Constitución, pero si miras para atrás en la Historia de
nuestro país hemos de sentirnos agradecidos con nuestros años vividos. Hablo en
general, lógicamente habrá casos personales que me dirán que no, que ellos no
lo han pasado bien. Pero que políticamente ha sido la etapa con más libertades,
no hay duda. Ahora bien, España, como España, tal cual, no estaba bien vista
(en España). La bandera era tabú, nuestros ilustres antepasados eran tabú,
nuestras glorias militares eran tabú y la leyenda negra era la verdad y toda la
verdad de nuestro pasado. El Cid, El gran capitán o Blas de Lezo, por poner
sólo tres ejemplos eran sonrojantes para todo buen demócrata, amante de la
libertad, fraternidad e igualdad.
Sin embargo, uno tuvo suerte: una familia que regala libros y lee, viajes a
museos y algunas pistas sobre la lucidez que te enseñan algunas personas. Y
claro, el chiringuito se desmoronaba solo. España no nacía en el 36, el yugo y
las flechas eran de antes de lo que me contaban y la República era una cosa que
no era exactamente el comunismo que nos vendieron a precio de saldo.
He de decir que un escritor que abrió bastantes ojos y conciencias fue Arturo
Pérez-Reverte. Con sus patentes incendiarias, con mano en vizcaína, iban
pasando capítulos que se saltaron en clase de Historia; verbigracia: Hernán
Pérez del Pulgar, Antonio Barceló y multitud de personajes que habían hecho
Historia, y nosotros se lo negábamos en pos de la Democracia, ¿disculpe? No nos
lo contaba en clave de Bambi. La Historia venía con su blanco, su negro, y toda
la gama de grises, ya en el libro "Ojos azules" deja bien pintados a
los Alvarado y compañía. Pero es nuestra Historia, para bien y para mal.
Todo esto, esta innecesaria introducción antes de hablar de Ayer no más, siento que
he de escribirla, para separar las churras y las merinas que me han estado
vendiendo. No hablaré de los partidos políticos. Ni del pepé, ni del pesoe, ni
de esos paladines de la libertad, igualdad y fraternidad que eran CIU y PNV. Al
menos a mí me contaron ese cuento tertulianos y telediarios.
Y ahora sí, ahora hablemos de Ayer no más.
"sentí que en cualquier momento al doblar una
esquina me dentendría una patrulla de Falange o un grupo de obreros me pedirían
el salvoconducto, pero sentí al mismo tiempo que yo formaba parte de uno de
esos piquetes de milicianos. ¿De qué hubiera dependido entrar en una partida o
en la otra?", ese sentí del principio es ante el que nos
tenemos que poner. Pensé en esto muchas veces, ¿cuántos votos van al PP, o al
PSOE, o a IU, hoy mismo porque tu abuelo haya estado en uno u otro bando?
Muchas veces dependió del lugar donde se encontraban viviendo. Simplemente.
"Encontré una vaina de bala de
fusil. No son raros esta clase de hallazgos todavía, setenta años después.
[...] Estaba oxidada [...] Me tiznaron las manos, se me quedaron rojas. Teñidas
como de sangre. La prueba de un crimen que fue cometido antes de que yo naciera
todavía me concierne, nos concierne a todos", esto es lo más
inexplicable, pero que es la verdad, cuando nos empantanamos a hablar de
política pasa lo mismo, la mancha de sangre nos llega, ¿Cómo atajarla? ¿olvido,
perdón, reconocimiento? De todo eso creo que es el libro.
Uno de los personajes
dice a otro: "Si te vas a
dedicar a Guerra Civil, no te fíes de nada ni de nadie, no creas lo que te
cuenten ni lo que leas en los libros, en los periódicos, en los archivos...No
he visto nunca nada en lo que la gente mienta más. Y lo peor es que la mayoría
de los que mienten no saben que lo hacen". Otro problema es el de la confusión.
Se me acaba de venir a la mente una frase que sale en el libro "Los
cipreses creen en Dios" de Gironella. Pensaba alguien mirando hacia un
puerto de donde se había ido un barco, y no había ni rastro de él, que el agua
del mar siempre hacia tabla rasa. Tabla rasa, mirar adelante, que no nos siga
condicionando la guerra para hacer las cosas mejor.
Y también está Baroja
por el libro, en boca de Pepe Pestaña: "-
No, no soy un nihilista, de verdad. Escéptico, sí, bastante. Me gustan mucho
las gentes, pero espero poco de ellas." No
recuerdo si con estas mismas palabras reflexionaba alguien en las páginas de
Baroja, pero en todas y cada una de ellas está esto. Cuánto le debemos a Baroja escribió alguna vez alguien.
Termino la entrada del
blog con música, una que viene dentro de Ayer
no más, pues si le debemos mucho a Baroja, mucho le debemos a "nuestro hermano Amadeo".
"Los primeros compases de La flauta mágica nos devolvieron al mundo de la
fraternidad universal y en efecto, como por arte de magia, se fue restañando,
por dentro y por fuera, la rota armonía".
La única duda que tengo es si es verdad lo que dijo AT en la presentación en La
Central de Callao, que él se ha dedicado a escuchar a gentes para hacer el
libro y él no era nadie.
Muchas veces pinta a Pepe Pestaña como veo yo que es él (AT). O tal vez en
determinados momentos se sienta como muchos personajes del libro; quizá que
muchos de los personajes del libro forman a AT, no todos. Quizá.