lunes, 17 de octubre de 2011

MIL DE MIL (Andrés Trapiello)

     El romanticismo de la hiedra sobre la piedra oscura de noche, los jardines donde se quedó el tiempo a vivir en forma de dios mediterráneo, el polvo de los libros viejos... eso es Andrés Trapiello y la literatura en las venas, como debería ser todo escritor que se hace llamar como tal.
Es Baroja sin el desgarro pesimista más una visión del mundo parecida a meter todo el universo en un museo romántico y a la vez atemporal, que era como eran todas las cosas antes de la Segunda Guerra Mundial, más o menos.

     UN MADRID
     Ese es el Madrid que conozco, que me gusta y en el que vivo. Un Madrid que puede recorrerse a pie, de la glorieta de san Bernardo a la Cibeles, de la de Atocha al Viaducto.
Todo lo que no sea andar a pie una ciudad, no sirve para nada. Desde un punto de vista drástico todo lo que un hombre de edad mediana y mediana salud no pueda recorrer en una mañana o una tarde, en un día a lo sumo, sobraría del mapa.



     MADRID POR LOS SUELOS
     [...] Ese Madrid de Solana, de Ramón, sería pobre y gris, pero tenía carácter. Sigue siendo pobre y gris, pero el carácter ha desaparecido.[...]
     En este artículo recogido en el libro, está escrito lo que he sentido yo muchas veces en Madrid. Es muy difícil ver hoy, en el 2011, huellas de aquel Madrid. Pero esto es algo más general, que ya escribió Baroja antes de ayer en La Feria de los Discretos, cuando habla de unos personajes en una taberna y se refiere a ellos como pálidos reflejos de lo que fue una raza o algo así de atávico.

sábado, 8 de octubre de 2011

EL LABERINTO DE LA LUZ (Joaquín Copeiro)

     Es un homenaje a Camus, Umbral, García Márquez, Pedro Salinas... Es un homenaje a la literatura desde la literatura, porque escribe párrafos de 20 líneas sin parar que tampoco se pueden leer con pausas. La buena literatura es esta. La pura. Escribir porque se necesita.
Hay partes del libro en los que te gustaría ser alguno de los personajes.
Otra de las cosas que atrapa de Copeiro es su "poesía disfrazada de prosa". Del mismo modo que en su libro "La Puerta de las meninas", los sonetos tiene más de prosa urbana que de poesía "auténtica". No se tira nada, de todas formas.

MAL DE ESCUELA (Daniel Pennac) 04

     En aquella época, leer no era la absurda proeza que es hoy. Considerada como una pérdida de tiempo, con fama de perjudicial para el trabajo escolar, la lectura de novelas nos estaba prohibida durante las horas de estudio. De ahí mi vocación de lector clandestino: novelas forradas como libros de clase, ocultas en todas partes donde era posible, lecturas nocturnas con una linterna, dispensas de gimnasia, todo servía para quedarme a solas con un libro.
     He aquí el ejemplo de que lo mejor que se puede hacer para que alguien haga algo es impedírselo, prohibírselo...con ciertas trampas sin mentira.

     En mi familia, yo había visto, sobre todo, leer a los demás: mi padre fumando su pipa en el sillón, bajo el cono de luz de una lámpara, pasando distraídamente el anular por la impecable raya de sus cabellos y con un libro abierto sobre las piernas cruzadas; Bernard, en nuestra habitación, recostado, con las rodillas dobladas y la mano derecha sosteniendo la cabeza... Había BIENESTAR en aquellas actitudes.
     Tanto tiempo prenguntándonos cómo hacer para que alguien lea y era eso... más el cómo, que el qué... no el cómo lee en el sentido: lee rápido, despacio, encontrándole el sentido al texto. Se refiere a conseguir que todo lo que no tiene que ver directamente con el acto de leer, se vea involucrado con una estética atrayente hacia el puro acto lector: la pipa, la elegancia en el sentarse, la raya perfecta del pelo.   
     Eso era: hacer de cada acto de leer un bienestar blindado. El buen lector coge cada nuevo libro con su mente como un lienzo en blanco. Pero no es que el lienzo esté virgen, eso es mentira. Porque el que nunca lee (el mal lector) también puede tener en blanco el lienzo. Sin embargo, el no lector, o mal lector tiene una blancura inocente y desprotegida, de lienzo recién comprado, es blanco de papel en blanco. El buen lector consigue el blanco en su lienzo porque transforma toda la literatura leída, digerida y fermentada en un blanco, que es el resultado de olvidar todo lo anteriormente leído, salvo la lucidez transparente que queda después de leer mucho.

     En el fondo, fue la fisiología del lector lo que me impulsó a leer. 
     Lo mismo dijo Juancho Armas Marcelo en la presentación del libro Sangre en la Calle Del Turco. Algo así como que algunos necesitamos leer, porque nos lo pide el cuerpo de forma necesaria, compulsiva, casi dolorosa.