martes, 23 de diciembre de 2014

LAS VELEIDADES DE LA FORTUNA (Pío Baroja)

   

     Hace varios meses que leí este libro, hoy me he encontrado con él, por uno de los estantes, y he venido aquí un poco a ciegas, tenía subrayadas algunas ocurrencias de este escritor, aunque no sé muy bien ya qué pasa entre sus personajes, que casi siempre es poca cosa. Ni siquiera sé si lo subrayado ese tiempo atrás puede tener algún interés para uno. Hay una trama más o menos soterradamente amorosa entre un hombre que nunca se decide y una mujer que lo ama en un secreto que todo el mundo puede ver. Y con ese frágil entramado, leemos las reflexiones de cada títere barojiano, lo más interesante. Lo que piensa don Pío.

     "La señora del pelo blanco y del gabán de hombre, que había sido, o era aún, profesora, habló del Greco; dijo que algunos afirmaban que era judío; pero ella lo dudaba, teniendo en cuenta los caracteres de la mentalidad de los semitas[...] Velázquez, medio judío".
     En qué fundamentaba Baroja estas cosas no lo sé, pero es verdad que uno de los apellidos de Velázquez, no sé donde leí que es portugués (de Silva).
     Respecto a El Greco, hay un libro de José Sánchez Luengo: "Los enigmas de Domenicos Theotocopoulos" donde se defiende la teoría hebraica del pintor. Sea o no sea, es un libro interesante por todo lo que intenta el autor, y le pasa como a todo el que se acerca al misterioso cretense, cuanto más sabes más quieres saber, sobre todo si la pintura te tiene cogido.

     También incluye Baroja un libro que a él le resultó sin duda interesante en boca de uno de sus personajes, un pajarero que sale de pasada: "Dijo que sentía gran curiosidad por leer la obra de un fraile dominico español del siglo XVII, Ferrer de Valdecebro, titulada Gobierno general, moral y político hallado en las aves más generosas y nobles".

Imagen de https://www.vialibri.net/item_pg_i/486003-1696-ferrer-valdecebro-andr-gobierno-general-moral-politico-hallado-las-aves.htm

     No creo que todo lo que pone Baroja en boca de sus personajes, sean siempre sus opiniones, "Nunca he podido poner un orden completo en mi cabeza. Usted me encontrará seguramente confusionario. Oscilo y vacilo en mis simpatías y tendencias, pero no creo que se pueda fundar una cultura sólida más que sobre el catolicismo". Incluso puede que estas opiniones tan drásticas las supusiera de alguien. Pero por estas cosas lee uno a Baroja. La provocación.

     "Estoy convencido de que somos todos islas inabordables, con acantilados cortados a pico. Cuando alguien me cuenta sus asuntos íntimos, yo finjo interesarme; ahora, cuando en un momento de ilusión empiezo a hablar de mis cosas, noto en seguida la indiferencia de mi interlocutor, hasta el punto de que corto rápidamente mis confidencias y pienso: Ahora también me he equivocado". El que dice esto sí es Baroja, y es cuando nos muestra la filosofía para todos los públicos, lo más sabroso de sus escritos, ni siquiera los paisajes ganan a su claridad de ideas a la hora de hablar de las cosas del hombre, lo que interesa o preocupa a todos y que no tiene una solución sencilla ni en breve.

     "- [...] Hay una época en la vida en que el prójimo nos molesta porque es nuestro rival; luego, ya cuando perdemos esta idea de la rivalidad, más que por otra cosa porque no aspiramos a nada, comprendemos que el prójimo, como uno mismo, no es un ejemplar raro, sino un ejmplar vulgar y corriente de una edición de millones.
     - Sí; todos iguales, pero todos distintos, como las hojas de los árboles.
     - Es verdad".
     De esto mismo se habla en "El hombre duplicado" de Saramago, sólo que Baroja habla desde una atalaya más modesta que el portugués, pero dicen los mismo.

     "El poder hablar y entenderse con hombres de otros países, me da la impresión de que aún somos europeos, no asnos de noria que dan siempre la misma vuelta". Él que es de la generación del 98 tendría la opinión pesimista de nuestra España, le resultaría moderno, hasta bueno, eso, que un habitante de la península ibérica se comunicase con alguien más allá de los Pirineos a través del lenguaje.

     Mazazo barojista, con fineza pero de una vez y sin poder levantarse del ring: "Cuando un hombre se ve a sí mismo con delectación -es difícil que se mire con indiferencia- se considera como un ejemplar raro y precioso, lleno de contrastes; muy noble y muy vil, muy ángel y muy bestia", y sigue con el filo de la verdad dando puntadas... "Cuando empieza a verse sin entusiasmo como un ejemplar corriente, no es a consecuencia de tener la vista mejor y más clara, sino de haber perdido las ilusiones y la juventud". Uno no sabe qué podría pensar Baroja del botox ó toxina botulinica cosmética ó cómo llegar a la fuente de la eterna juventud con otros sustitutivos.



     Y sin embargo -como diría Sabina- es aquí donde don Pío, saca como siempre las cartas, las pone encima de la mesa con delicadeza y da una vuelta a la narración, para mostrarnos muy avanzado el libro que en verdad todo él era fachada para envolver a una persona sentimental y básicamente buena: "Todo es nuevo en el mundo -ha pensado Joe-. Esta mañana es nueva. El aire que respiro no es el de ayer, ni el de mañana; la mariposa que vuela es la de hoy, ayer probablemente no existió, mañana no existirá; tal es la brevedad de su vida. La alegría experimentada por mí en este momento es también actual, única y diferente a todas las demás; ni la que le precede, ni la que le sigue son iguales. Todo es nuevo en este mundo, nuevo a cada instante", y si con alguien no lo fue, por algo sería.

     Y el que llega más lejos en estas novelas, se encuentra con fantasías absolutamente comunes pero que nadie se atreve a decir: "Europa es lo clásico, la belleza un tanto amanerada y rutinaria. Australia es la fantasía absurda: el canguro, alto como una persona, con la cabeza pequeña y una bolsa en el vientre, donde lleva a su hijuelos; el ornitorrinco, cuadrúpedo y ovíparo, que tiene olor a pescado; los loros con patas de gaviota. Parece que la Naturaleza, un poco aburrida de formar una fauna amanerada y rutinaria, se lanzó en la Australia a la locura. En el mundo de la literatura y el arte, la Europa actual pretende ser una Australia". O que no se sabe cómo explicar.

     Y ahora son sus personajes los que desarrollan esa idea:
     "- Antes, indudablemente, el arte era mucho en la vida. Hoy, es poco; por lo mismo salen voceadores más desvergonzados. Un cubista es comparado con un inventor. [...] Estos ganapanes de la brocha quieren demostrar que son espíritus selectos y que la estupidez del cubismo es como una locura sublime.
     - Habrá también entre ellos inteligentes.
     - Sí, es posible; pero la mayoría no debían pasar de pintar puertas".
    ¿Qué puede decir uno ante tantas verdades?

     "Llegar a trazar figuras más toscas y menos graciosas que las pinturas que hay en el fondo de las cavernas, dibujadas hace hace veinte o treinta mil años, es un progreso cómico". Progreso cómico. Triste progreso.

     Posiblemente la página más bella de todo el libro, la 195. No se lee en nada que haya hecho la Universidad ni la colección de escritores consagrados de hoy, algo así. Y los que empiezan a ver la grieta de la verdad, son tradición fiel a este Baroja y otros de su pelaje valiente, nada más: "Nosotros, los españoles de hoy no tenemos la culpa de no tener fe en nosotros mismos. Antes, en le periodo de aventuras a España, la dirigía Don Quijote; de ahora en adelante, la tendrá que dirigir Sancho Panza. Un Sancho Panza culto, desbastado y democrático". Merece la pena este libro por esto, y por todo lo que dice esa página, "es una pérdida en el capítulo de lo pintoresco, pero no puede ser de otra manera".

     A modo de conclusión filosófica, triste pero, por algún extraña motivo, reconfortante en la escritura de Baroja: "Uno era el chiquito entre los grandes -dijo con aire melancólico-. Sus palabras hacían sonar por ser dichas por un pequeño. Al cabo de algún tiempo se convierte uno en uno de tantos, hasta que un día, ¡extraña sorpresa!, es uno el más viejo de todos. Es la historia vulgar, la terna historia, y que, sin embargo, sorprende como algo raro". Creo ver más en estas palabras a su sobrino don Julio Caro Baroja que a su tío, una melancolía en los ojos mitigada por ese hablar un tanto áspero, engañosamente áspero, con que se dirige a Soler Serrano en la magnífica entrevista. Al final salía el hombre simpático, también bueno como su tío don Pío.

     Y ahora sí, nos despide una descripción sentimental de París, un paisaje asumido: "Este cielo de París, de noche, es sugestivo por lo dramático. Se pone rojo, como si hubiera un incendio, y en ese rojo se destacan las nubes negras. La noche de París es extraordinaria; todo lo que tiene el día de vulgar y de burgués, lo tiene aquí la noche de trágico. Esta noche parisiense habla en tono grave y terrible".