Posiblemente ya el título es genial, porque creo que todos tenemos escombros en forma de recuerdos, que bien utilizados en nuestro cultivo diario, fermentará en algo parecido a deseos saludables.
Dicen que inventamos el pasado, a nuestra forma y en provecho propio.
Hay en este libro honestidad, dolor, tristeza y unas ganas inmensas de decirle a la gente, salid ahí y gritad "esta boca es mía". Estamos en el país de Caín, a ver si poco a poco se van apagando las (y los) "brasas" guerracivilistas y nos parecemos más a Abel.
Buena literatura, escrita a borbotones, se nota.