martes, 29 de noviembre de 2011

EL CÍRCULO DE JUANELO (Baltasar Magro)

     Después de conocer Toledo, y perderme por sus calles de noche, pero en esa hora temprana, ya oscura donde parece detenerse el tiempo en cada alero y plaza única; después de eso, la novela que más cerca me ha llevado a la esencia del misterio y la atracción de Toledo es esta: El Círculo de Juanelo.
Tal vez haya más libros que describan Toledo, pero que además sobre ese contexto se escriba una sólida historia contemporánea con crimen de por medio, con tanta simbología; de esos, no he encontrado ninguno con la brillantez de este.

     No basta con amar Toledo para escribir un libro así. Hay que amarlo sobre todas las cosas como rezaba el primer precepto de "La Orden de Toledo Antiguo", que fundara Buñuel, con ayuda de sus geniales amigos Alberti, Lorca o Daaalí. Y aparte de eso trabajar mucho para que la novela no sea pesada y parezca que le ha pasado al autor de verdad la historia que cuenta, en la segunda mitad del siglo XX, con una muerte dolorosa que encierra una clave, sobre la cual investiga todo el relato el protagonista (Rod), relacionando cada hecho con aquellos que forjaron de verdad esa ciudad monumento: Turriano, El Greco, Covarrubias...
     Hoy me arrepiento mucho de no haberme acercado aquella tarde a la caseta de la Feria del libro de Madrid donde firmaba libros el autor de esta magnífica novela, y decirle lo mucho que disfrutaría en la sala de libros especiales del Alcázar, con su obra abierta de par en par, empapándome de Toledo y pasión.

lunes, 17 de octubre de 2011

MIL DE MIL (Andrés Trapiello)

     El romanticismo de la hiedra sobre la piedra oscura de noche, los jardines donde se quedó el tiempo a vivir en forma de dios mediterráneo, el polvo de los libros viejos... eso es Andrés Trapiello y la literatura en las venas, como debería ser todo escritor que se hace llamar como tal.
Es Baroja sin el desgarro pesimista más una visión del mundo parecida a meter todo el universo en un museo romántico y a la vez atemporal, que era como eran todas las cosas antes de la Segunda Guerra Mundial, más o menos.

     UN MADRID
     Ese es el Madrid que conozco, que me gusta y en el que vivo. Un Madrid que puede recorrerse a pie, de la glorieta de san Bernardo a la Cibeles, de la de Atocha al Viaducto.
Todo lo que no sea andar a pie una ciudad, no sirve para nada. Desde un punto de vista drástico todo lo que un hombre de edad mediana y mediana salud no pueda recorrer en una mañana o una tarde, en un día a lo sumo, sobraría del mapa.



     MADRID POR LOS SUELOS
     [...] Ese Madrid de Solana, de Ramón, sería pobre y gris, pero tenía carácter. Sigue siendo pobre y gris, pero el carácter ha desaparecido.[...]
     En este artículo recogido en el libro, está escrito lo que he sentido yo muchas veces en Madrid. Es muy difícil ver hoy, en el 2011, huellas de aquel Madrid. Pero esto es algo más general, que ya escribió Baroja antes de ayer en La Feria de los Discretos, cuando habla de unos personajes en una taberna y se refiere a ellos como pálidos reflejos de lo que fue una raza o algo así de atávico.

sábado, 8 de octubre de 2011

EL LABERINTO DE LA LUZ (Joaquín Copeiro)

     Es un homenaje a Camus, Umbral, García Márquez, Pedro Salinas... Es un homenaje a la literatura desde la literatura, porque escribe párrafos de 20 líneas sin parar que tampoco se pueden leer con pausas. La buena literatura es esta. La pura. Escribir porque se necesita.
Hay partes del libro en los que te gustaría ser alguno de los personajes.
Otra de las cosas que atrapa de Copeiro es su "poesía disfrazada de prosa". Del mismo modo que en su libro "La Puerta de las meninas", los sonetos tiene más de prosa urbana que de poesía "auténtica". No se tira nada, de todas formas.

MAL DE ESCUELA (Daniel Pennac) 04

     En aquella época, leer no era la absurda proeza que es hoy. Considerada como una pérdida de tiempo, con fama de perjudicial para el trabajo escolar, la lectura de novelas nos estaba prohibida durante las horas de estudio. De ahí mi vocación de lector clandestino: novelas forradas como libros de clase, ocultas en todas partes donde era posible, lecturas nocturnas con una linterna, dispensas de gimnasia, todo servía para quedarme a solas con un libro.
     He aquí el ejemplo de que lo mejor que se puede hacer para que alguien haga algo es impedírselo, prohibírselo...con ciertas trampas sin mentira.

     En mi familia, yo había visto, sobre todo, leer a los demás: mi padre fumando su pipa en el sillón, bajo el cono de luz de una lámpara, pasando distraídamente el anular por la impecable raya de sus cabellos y con un libro abierto sobre las piernas cruzadas; Bernard, en nuestra habitación, recostado, con las rodillas dobladas y la mano derecha sosteniendo la cabeza... Había BIENESTAR en aquellas actitudes.
     Tanto tiempo prenguntándonos cómo hacer para que alguien lea y era eso... más el cómo, que el qué... no el cómo lee en el sentido: lee rápido, despacio, encontrándole el sentido al texto. Se refiere a conseguir que todo lo que no tiene que ver directamente con el acto de leer, se vea involucrado con una estética atrayente hacia el puro acto lector: la pipa, la elegancia en el sentarse, la raya perfecta del pelo.   
     Eso era: hacer de cada acto de leer un bienestar blindado. El buen lector coge cada nuevo libro con su mente como un lienzo en blanco. Pero no es que el lienzo esté virgen, eso es mentira. Porque el que nunca lee (el mal lector) también puede tener en blanco el lienzo. Sin embargo, el no lector, o mal lector tiene una blancura inocente y desprotegida, de lienzo recién comprado, es blanco de papel en blanco. El buen lector consigue el blanco en su lienzo porque transforma toda la literatura leída, digerida y fermentada en un blanco, que es el resultado de olvidar todo lo anteriormente leído, salvo la lucidez transparente que queda después de leer mucho.

     En el fondo, fue la fisiología del lector lo que me impulsó a leer. 
     Lo mismo dijo Juancho Armas Marcelo en la presentación del libro Sangre en la Calle Del Turco. Algo así como que algunos necesitamos leer, porque nos lo pide el cuerpo de forma necesaria, compulsiva, casi dolorosa.

sábado, 24 de septiembre de 2011

MAL DE ESCUELA (Daniel Pennac) 03

     ¿Cómo llegué a ser algo?
     Grande es la tentación de no responder. Alegando, por ejemplo, que la maduración no se puede describir, ni mla de los individuos ni la de las naranjas.
     Profesores, estudiosos, científicos... ¿sabéis algo?


     ¿En qué momento el adolescente más reticente aterriza en el terreno de la realidad social? ¿Cuándo decide jugar, por poco que sea, ese juego? ¿Pertenece incluso al orden de la decisión? ¿Qué parte les corresponde a la evolución orgánica, la química celular, el entramado de la red neuronal?
     Un pensamiento, el que sea; ¿viene o lo llamamos?

     Es el destino del zoquete: nunca le creen. Mientras es un zoquete le acusan de disfrazar su viciosa pereza con cómodas lamentaciones: "¡No nos vengas con historias y trabaja!". Y cuando su situación social demustra que lo ha conseguido, sospecha que está alardeando: "¿Que había sido usted un zoquete? ¡Vamos, vamos está alardeando!"

     Siendo ya profesor, supe por instinto que era inútil blandir el futuro ante las narices de mis peores alumnos. A cada día su afán, y cada hora en esa jornada, siempre que estemos plenamente presentes, juntos.
     Hablar de la universidad, el trabajo, el paro, pagar una casa y un coche... debe ser para ellos y ellas, gentecilla que sueña con el fútbol o alguna cantante de moda, como para mí cuando veo en las noticias que un multimillonario quiere ir al espacio a tocar la luna.
El paraíso de ellos late un viernes a última hora: dejándoles dibujar con pinceles y acuarelas y música de fondo; la luna la toco yo cada vez que abro el Romancero Gitano de Lorca.
El tiempo, esa mentira encerrada en un objeto de plástico o metal, torpemente traducida a números o manecillas, pasa de forma distinta para cada persona; no digamos ya para los pequeños y para los mayores.

     Llegó luego mi profesor salvador.
Un profesor de francés.
A los catorce años.
Que me descubrió como lo que era: un fabulador sincera y alegremente suicida.
Pasmado, sin duda, ante mi capacidad de forjar excusas cada vez más inventivas para las lecciones no aprendidas o los deberes no hechos, decidió exonerarme de las redacciones para encargarme una novela. Una novela que yo debía redactar durante el trimestre, a razón de un capítulo por semana.
     A veces no nos damos cuenta lo cerca que está la motivación para nuestros alumnos. Un cuento, un relato, una descripción... incluso exigiendo algo relacionado con cualquier contenido de la asignatura: los hace felices para el fin de semana (y si lo pueden leer luego en clase se esforzarán en serio en su escrito). Esto ha de ir acompañado de un interés verdadero (vamos al teatro para creer) por parte del docente.

     Corregía escrupulosamente cada palabra con la ayuda del dicciomario (que, desde aquel día ya no me abandona) y entregaba los capítulos con la puntualidad de un folletinista profesional.
     Lo del diccionario es curioso. Yo nunca he sido buen estudiante con aquellos profes que no lo merecían (sí, suena raro, pero es la verdad). Me parecía lo académico absurdo. Sin embargo desde que entendí mi pasión verdadera, que era leer y escribir (leer más), no he soltado mis diccionarios de la RAE (aunque no se pueda explicar el símbolo de algo con otras palabras, como dijo Borges, me gusta buscar las palabras, ver de dónde provienen etimológicamente, darme cuenta de lo equivocado que estaba con términos que yo cría dominar y conocer).

     No creo haber hecho progresos sustanciales en nada aquel año pero por primera vez en toda mi escolaridad un profesor me concedía un estatuto; existía escolarmente para alguien, como un individuo que tenía una línea que seguir y que la podía aguantar duraderamante.
     Creo que sí hay un progreso sustancial, aunque entiendo al autor cuando lo niega al principio. Me explico: creo que él quiere decir que no cambió su forma de tomarse la escuela; lo que él consideraba un coñazo, continuaba siendo un coñazo, así es que no se convirtió de repente en el "empollón" ni nada de eso.
     Pero sí que hubo un cambio fundamental: lo motivó aquel profesor. No hablamos de fórmulas mágicas ni formas de enseñar que sean infalibles. Infalible puede ser un detergente. O el Papa para algunos católicos. Pero en la Escuela no hay más que trabajar con los chicos en serio (que no es estar todo el día con cara de perro), confiar en ellos y no dejar nunca de intentar nuevas metodologías motivadoras y que nos resulten a veces eficaces.
     Por tanto: ¿dónde está el cambio sustancial?  En cómo percibió el escritor de este libro la atención que le dedicó aquel profesor que no olvidará jamás.

lunes, 5 de septiembre de 2011

MAL DE ESCUELA (Daniel Pennac) 02

     Cero en conducta (Jean Vigo), El Club de los poetas muertos (Peter Weir), Los desaparecidos de Saint-Agil (Christian-Jaque), La jaula de los ruiseñores (Jean Dréville), Semilla de Maldad (Richard Brook), Los 400 golpes (FranÇois Truffaut), El primer maestro (Mijalkov-Konchalovski), la primera noche de la inquietud (Zurlini), La voz de su amo (Daniele Luchetti), La pizarra (Samira Majmalbaf), La escurridiza ó Cómo evitar el amor (Abdellatif Kechiche).
     Películas sobre educación que buscar.

     Profesores, hermanos míos, os lo suplico; pensad en vuestros colegas cuando, en el silencio de la sala de profesores, escribís en los boletines que "el tercer trimestre será decisivo".
     Parece como si diese igual escribir en un boletín eso o todo lo contrario. Imaginemos algo surrealista, y que pusiera un profesor: "el tercer trimestre ya da igual, no se preocupe, que el/la alumno/a haga lo que quiera. Si no hace los deberes, por lo menos que no se pierda el programa de televisión de la tarde, y luego que juegue en el parque hasta que decida volver a casa".
Es injusto, sí, sobre todo para la gente que no le da igual.
Pero tal vez lo del tercer trimestre decisivo no sea lo importante, sino el día a día. O ni siquiera eso, la hora a hora. O el momento a momento, en clase justo ese debate DECISIVO sobre un verbo, esa breve pero DECISIVA explicación de los tipos de ángulos, el mural divertido y por eso DECISIVO que se hace en clase de Conocimiento sobre los Seres Vivos.

sábado, 4 de junio de 2011

MAL DE ESCUELA (Daniel Pennac) 01

     Cada anochecer de mi infancia, regresaba a casa perseguido por la escuela.
     Es la primera frase del libro que me ha llamado la atención. Es triste pero parece que muchos nos sentimos (en pasado) así. Sobre todo aquellos domingos de atardecer gris, donde el cielo parecía una fea puerta de garaje donde todos los humanos cabían, pues no me imaginaba yo a nadie contento un domingo por la tarde. Más si todavía quedaban algunos deberes por terminar.

     Hoy el agua ha descendido, los peces han desaparecido, una espuma viscosa y estancada habla de la victoria del detergente sobre la naturaleza. De nuestra infancia sólo queda el canto de las cigarras y el calor resinoso del sol.
     Aquí el autor relata un paseo con su hermano, cuando ya mayores, vuelven al río donde de niños se bañaban. Es curioso porque en el río Tajo debe pasar algo muy parecido, por algo que contó un hombre de unos sesenta años, que montado en una barca sobre las aguas del río toledano, comentaba con cierta margura y enfado mal disimulados, lo mismo que Pennac. El triunfo del detergente sobre la naturaleza.

PISTOLA Y CUCHILLO (Montero Glez)

     "Al rico camarón..."
     Camarón de la Isla, el Viejales, La Venta Vargas, Gallos de pelea, fotos de cupletistas, la faraona, el cordobés...
     Fotos. Es un libro que retrata a Camarón a través de los ojos de García Alix. La muerte, la verdad y la mentira. Recordar el mañana, y no entenderlo del todo, pero saber de verdad (más verdad que la verdad) todo en el fondo de unos ojos de tigre. Y los tatuajes de la estrella hebrea y la luna moruna. "Una tontería que me hice". Claro, hay veces que lo que nos parece hoy una tontería, se revela mañana lo único que queda en el recuerdo, que merezca la pena recordar.

martes, 24 de mayo de 2011

ESCOMBROS DE LA MEMORIA Y EL DESEO (Alejandro Tello Peñalva)

     Posiblemente ya el título es genial, porque creo que todos tenemos escombros en forma de recuerdos, que bien utilizados en nuestro cultivo diario, fermentará en algo parecido a deseos saludables.
Dicen que inventamos el pasado, a nuestra forma y en provecho propio.

     Hay en este libro honestidad, dolor, tristeza y unas ganas inmensas de decirle a la gente, salid ahí y gritad "esta boca es mía". Estamos en el país de Caín, a ver si poco a poco se van apagando las (y los) "brasas" guerracivilistas y nos parecemos más a Abel.
Buena literatura, escrita a borbotones, se nota.