"¿Dónde están las virtudes conquistadoras del espíritu?" se pregunta Albert Camus en este libro con varias partes: El verano, En el mar, Bodas y El Minotauro o Alto de orán. Todas ellas giran en torno a esa pregunta, y parece que él escribía para ser capaz de darle forma a sus intuiciones con vocación de certeza, que hoy, pasado el tiempo preciso para que maduren esas palabras, por fin parecen verdaderas. No creo que AC quisiera dogmatizar sobre nada, sólo desde su circunstancia (siendo muy distinto el camino de los dos, el punto de partida es el mismo en la filosofía de Ortega) intenta hacer una filosofía desprendida y a la vez totalmente volcada en creer en el ser humano.
"El propio Nietsche las ha enumerado (las virtudes conquistadoras del espíritu): firmeza de carácter, el gusto, el mundo, la clásica felicidad, la dura altivez, la fría frugalidad del sabio", viendo las fotos de AC parece que tuviera un poco de todo esto, y aunque una foto pueda engañarnos, cuando uno ha leído El primer hombre sabe que había alguien especial, comprometido con el bien, que yo no sé lo que es para los demás pero que siento cerca continuamente en los libros del escritor argelino, y no me refiero al sentido maniqueo de la aceptación de un bien y el rechazo de un mal, de la separación prejuiciosa de buenos y malos, es más una actitud ante la vida que tiende al bien sin taparse los ojos, sin rechazar a nadie.
"Los mitos no tienen vida por sí mismos. Aguardan a que nosotros los encarnemos. Basta que un solo hombre en el mundo responda a su llamada para que nos ofrezca su savia intacta", es difícil decir más con menos sobre la Mitología, y no sólo me refiero a la griega, el hombre vive de leyendas y de mitos, de hecho los tiempos que vivimos son más mediocres porque la mayoría de personas han renunciado a la Mitología y a lo legendario para adorar a becerros de oro a través de una fe en la razón como única luz, por cierto becerros de oro más reales pero más ominosos. Uno lee estas pocas palabras de AC y le gustaría salir corriendo a una librería o a una biblioteca a hacerse con La Odisea o La Ilíada.
Habla también de sus principios como escritor y los demás (los lectores o la sociedad que le conoce aunque no lo hayan leído): "La idea de que todo escritor escribe por fuerza sobre sí mismo y se pinta en sus libros, es una de esas ideas pueriles que nos legó el Romanticismo", puede ser que esa idea sea en verdad infantiloide y de lectores y escritores que gustan de lo plano, el blanco o negro, y en realidad un escritor debería ser complejo como su propia naturaleza, y moverse entre los escombros de la memoria y el deseo (gracias al escritor Alejandro Tello Peñalva por ese título tan acertado). Sin embargo... "¿Es que acaso hice otra cosa que razonar sobre una idea que encontré en las calles de mi época?", volvemos a su circunstancia, en este libro todo parte de Argelia, Orán, el mar, el Mediterráneo y el choque de todo eso con la grisura de la nueva Europa y el nuevo mundo.
Continuamente se mueve entre dos ideas para intentar explicar su filosofía: el ser humano, su lucha, su sentido, su relación con los demás... y el Mediterráneo, para disgregarse en sus colores, en su brisa, en hacerse parte de él, desapareciendo y confundiéndose en el paisaje, "Por un breve instante el mar se presenta rosado a un lado, azul al otro. Luego las olas se oscurecen", y aquí ve uno también las palabras sencillas, pero evocadoras, imágenes potentes emergiendo de las palabras como sale un submarino del mar, sacadas del texto total serían como pequeños versos donde cabrían todas nuestras esperanzas, o donde se ahogarían, porque con un mar rosado allá , un mar azul en el otro confín y aquí en la orillla unas olas oscuras que traen un sonido que es masaje para el alma tendríamos todo lo que nos hace falta, no pediríamos nada más. Hay tardes que tenemos la suerte de situarnos en un lugar desde donde podemos observar en el cielo lo que él cuenta del mar; allá en el horizonte donde se va el sol, hay nubes que se deshacen en tonos rosados, y por el lado de oriente predomina el azul oscuro, giras lentamente tu cuello para ver la transición de colores y parece que en ese momento se entiende todo de repente, que es casi como decir, para quitarle la trascendencia que no buscamos, que no se entiende nada (ni falta que hace) y que con esos colores en el cielo nos bastaría, chanclas en los pies, bañador todavía mojado, camisa blanca de lino, y nada más. Lo mismo que cerca del mar cuando las olas se oscurecen y pasaste desde un sol de justicia antes de la siesta a un sol moribundo y hermoso rodando por el otro lado de las montañas al despertar en la arena fresca y cenicienta.
Con AC el problema es que se pueden subrayar muchas frases en sus libros, será mejor acabar esta entrada del blog con cierta declaración de intenciones, una música de Tino Rossi mezclándose con el sonido de las olas del mar y una foto en blanco y negro del elegante escritor en francés, como escenario para estas sencillas enseñanzas: "No buscamos lecciones, ni la amarga filosofía que se le pide a la grandeza. Fuera del sol, los besos y los perfumes silvestres, todo nos parece fútil".